La mujer que votó para alcalde a un sobre con 25.000 pesetas

EN junio de 1999 una pareja de recién casados recibió, a las puertas de una Iglesia, un sobre con el regalo de bodas. Cuando los contrayentes lo abrieron, descubrieron con sorpresa que en su interior había una papeleta con la lista de una candidatura a la alcaldía de Almuñécar. Casi a la vez en el tiempo, pero unas calles más abajo, el presidente de una mesa electoral no sabía cómo contabilizar en el recuento un sobre con 25.000 pesetas en su interior que alguien había metido en una urna. Al igual que a veces una mariposa aletea en Málaga y sus efectos se sienten en Japón, otras veces las cosas tienen una explicación más sencilla. Una mujer fue a votar el mismo día que tenía una boda y confundió los sobres, dándole a la democracia el regalo destinado a unos novios, y a unos novios el voto para participar de la fiesta de la democracia.

Hasta que aquello se sustanció hubo sus dimes y diretes. Lo leí en un despacho de la agencia EFE que guardo desde entonces. Aunque no ofrecía muchos datos, dejaba entrever que la familia de los novios le reprochó a la confundida invitada su intención de ahorrarse el regalo. La noticia era más explícita con lo ocurrido en la mesa electoral, donde los miembros discutían qué hacer con el suculento contenido del sobre. En medio de la extrañeza, uno de ellos recordó que una señora había llegado muy arreglada a votar y que había comentado que iba a una boda. Y empezaron a vislumbrar una posible explicación a tan rumboso voto. Y a tan extraño regalo de novios.

La resolución precisó de unos días. Las 25.000 pesetas no fueron computadas como voto a partido alguno y el dinero acabó en la Junta Electoral, que varios días después hizo público los hechos a la espera de encontrar a la despistada votante. La noticia de EFE no daba detalle alguno de cómo se solucionó luego el problema entre la mujer y los novios, pero todo hacía suponer que concluyó de forma amistosa. Lo de la pataleta terminó mejor que lo de la papeleta.

Las elecciones municipales son muy distintas a cualquier otra elección, ya sean autonómicas, generales o europeas. Hay un componente mucho más cercano entre candidatos y electores. Por eso, aunque sea como consecuencia de un despiste, resulta muy difícil imaginar que un votante confunda el sobre destinado a unos novios con el sobre electoral para elegir a un eurodiputado en Bruselas. Como posible, es posible el despiste. Como probable, es poco probable. ¿Quién iba a ir a votar en unas elecciones europeas teniendo una boda el mismo día? Votar antes de ir a un enlace matrimonial solo puede ocurrir en unas elecciones para elegir a un alcalde. Para votar a un diputado o un eurodiputado, casi nadie se arriesga a esperar una cola, sacar el DNI, buscar una papeleta, y llegar tarde a la Iglesia. Y mucho menos meter en un sobre 25.000 pesetas o 120 euros de los de ahora, para un parlamento que está en Bruselas, con los de recortes que está haciendo Bruselas.

Elegir alcalde es otra cosa. Por eso no son extrapolables los resultados de las pasadas elecciones andaluzas en la provincia de Málaga a las municipales del mayo en cada uno de los municipios de la misma provincia de Málaga. No son extrapolables, pero reconozco que resulta muy divertido hacerlo. Uno se pone a imaginar la noche que debieron tener los alcaldes dándole el domingo al F5 del ordenador para ir actualizando los datos del escrutinio oficial, y ese día no se lo desea uno a nadie.

La jornada previa a la semana fantástica de las inauguraciones y a los ocho días de oro de las olimpiadas del levantamiento de acera, mientras la primavera llegaba a El Corte Inglés el frío invierno se instalaba en las sedes del PP. "Tranquilo, que al principio siempre van saliendo los datos de los pueblos, que son más fáciles de contar", decía un asesor. "Tranquilo, que todavía vamos por debajo del 50% del escrutinio", decía otro. Y así, con la tiritera, hasta el cien por cien del recuento. "Estos datos no son extrapolables", pasaron a decir cuando llegaron los definitivos. "Hay que confiar en el efecto arrastre personal", continúan diciendo todavía. Pero la realidad, aunque no la reconozcan, es que no hay manera de quitarse el susto del cuerpo.

Si hace meses existían dudas de lo que puede ocurrir en muchas alcaldías, ahora se han multiplicado por dos. En el PP, que lleva ganando las municipales en la mayoría de los grandes localidades de Málaga desde 1995, han entrado en una situación de mucho más incertidumbre. Y de momento, ni hay alcalde que quiere que venga ministro alguno a apoyarle ni hay candidato que haya pedido una foto con Rajoy para colgarlas en la farola de su pueblo. A los aspirantes populares en las municipales le va a pasar con sus líderes nacionales como a Susana Díaz con el PSOE en las autonómicas, que para encontrar el logo del partido en los carteles había que bajarse del coche y mirar la publicidad electoral cuatro o cinco veces para localizarlo.

Por cierto estimado lector, recuerde que las elecciones municipales se celebran el día 24 de mayo; lo digo porque no vayan a invitarle ese domingo a una boda y a la hora de votar termine como la vecina de Almuñécar. Equivocándose de sobre, de novios o de alcalde.

Artículo publicado en Málaga Hoy el 29-03-2015. Ilustración de Daniel Rosell para Málaga Hoy. 

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