En las andaluzas nadie ha hablado de Kant

En las elecciones en Andalucía nadie ha hablado de Kant. Aquí lo más parecido que ha habido en la campaña a un filósofo es el candidato de IU, que sabe latín pero estos días lo ha ejercitado poco. Ni Teresa Rodríguez ni Juan Manuel Moreno ni Susana Díaz han hecho de la crítica de la razón pura el eje central de su discurso. Toda ha sido más tradicional, una crítica correosa e implacable frente al contrario para asegurar el voto de la hinchada. Ni razón ni pura. A la crítica, me refiero.
En Andalucía, cuando en Madrid los partidos fichaban a catedráticos, poetas o juezas, las listas estaban ya cerradas y no hubo tiempo para la fantasía o para la osadía. Por eso, la campaña se cierra como se abrió. Sin novedades resaltables, y como se cierran todas las campañas en España: nadie va a pactar con nadie y todos van a ganar este domingo. Es el hecho diferencial de este país frente a otros países más tristes: aquí se retuercen los datos hasta el infinito para buscar un porcentaje positivo y lo que se dice en campaña dura lo que dura una campaña.
Por eso, advirtiendo de antemano que se trata tan solo de lo dicho en campaña, las premisas son las siguientes. Estadio principal: Susana Díaz quiere gobernar sola, con mayoría o sin mayoría. Y los demás partidos no quieren gobernar con ella. Estadio secundario: Díaz no quiere gobernar ni con Podemos ni con el PP. El PP aspira a ganar, pero si no gana apoyará al candidato más votado por los andaluces, pero eso no quiere decir que se abstendrá en la sesión de investidura, aunque igual termina absteniéndose. Ni Podemos ni IU ni Ciudadanos quieren gobernar con el PSOE, pero ninguno descarta del todo terminar gobernando con el PSOE. Conclusión: este galimatías es la gran duda filosófica con la que concluye la campaña.
De las pocas certezas que existen en Andalucía es que los pactos serán complicados. Y que resultarán casi imposibles antes de que concluya el año. Nadie querrá mojarse en un acuerdo ni antes de las municipales ni de las generales, por lo que habrá que esperar un tiempo para resolver esta gran duda metódica. Y es que, como advirtió Kant, la paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte. Por terminar hablando de Kant en la campaña.

@jmatencia

Publicado en El País  20 de marzo de 2015

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