Las dos grandes cofradías





La primera semana de campaña coincide con la Semana Santa, y es difícil sustraerse a esta coincidencia.  Son como dos semanas de pasión a la vez.  La de Cristo y la de los candidatos. Metafóricamente hablando, estos días se nota más que nunca la prevalencia de las dos grandes hermandades del bipartidismo en España.  La Cofradía del clavo ardiendo y la hermandad del santo reproche.

Ni que decir tiene de quién forma parte cada uno.

Pedro Sánchez no está haciendo una campaña electoral, sino que está levitando sobre ella. Va como van estos días los tronos y los pasos, a hombro. A hombro de las encuestas. Reclamando apoyos suficientes para poder soltar el clavo ardiendo que le aupó a la presidencia.

La hermandad del Santo Reproche alcanza la Semana de Pasión sacando a la calle toda la trompetería.  Casado se ha puesto al frente de la banda más ruidosa y toca tan desafinado que apenas se escucha la música de Ciudadanos o de Podemos. Lo de Casado empieza a ser tan estruendoso que lidera la campaña, pero en su contra.

La campaña se pierde un momento único: El buen tino de los responsables  de la hermandad del Cristo de Mena de Málaga lo ha evitado. La presencia en un mismo acto este próximo jueves de Casado, Rivera y Abascal. Iba a ser la repetición de la foto de Colón, pero  ahora con la Legión. La Semana Santa gana en tranquilidad, pero la campaña pierde tres novios de la muerte.  

El periodismo estrella de las elecciones: el verificador de trolas.

Que normalicemos las cosas, no quieren decir que sean normales. En tiempos de medias verdades, ha emergido con fuerza un apartado estrella del periodismo en campaña electoral: el verificador de mentiras. Hemos asumido que mentir forma parte de la relación de un político con sus electores. Y al igual que los medios empotran un periodista en las caravanas de los candidatos, colocan a otro en las redacciones para desmentir trolas. 

Con todo, el verdadero problema no es mentir, que se miente mucho y mal.  Lo realmente preocupante es que mentir no tenga consecuencias.



Demasiados insultos. Y esto no ha hecho más que empezar.

Ayer fue con Ciudadanos en Guipúzcoa, con Vox en Bilbao y antes con el PP en Barcelona. Son señales de una sociedad demasiado polarizada donde los partidos políticos no son adversarios a quien ganar, sino enemigos a destruir. La democracia precisa de ciudadanos, pero la campaña se sigue haciendo para los hinchas.




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