Y VOX, fuera de foco, a lo suyo








Ayer los candidatos se curaran las heridas de los debates y se tiraron de nuevo a la calle. Algunos más magullados que otros. Y lo hicieron para afrontar el tramo final de una campaña que se presenta tan incierta como al principio. Hay convocados actos por tierra, mar y aire. Exactamente, como si no hubiera más que un mañana.

En los partidos de la derecha se ha estrechado tanto la ideología que las puertas para pasarse de uno a otro son como las de las cantinas del oeste: se entra y se sale de un partido  y las puertas nunca se cierran. Ayer Ciudadanos dio la sorpresa: fichó al expresidente de la comunidad de Madrid, Ángel Garrido. Si Garrido en vez de político es un futbolista, se frustra todo. Se incorporó  a Ciudadanos cuando el fax con su nombre en las listas del PP a las europeas ya había llegado al Boletín Oficial del Estado. Rivera llevaba dos días sacando fotos y se guardó una para el final: Garrido retratándose con él.
Cuentan también que VOX esta recogiendo ex alto cargos del PP por todo la geografía de Madrid.  Pablo Casado ha dejado tantos heridos conformando sus candidaturas que se los quintan de las manos. A los damnificados me refiero, claro. No sabemos si también los votos.  

Vox es lo que está ocurriendo mientras PP y Ciudadanos andan a la gresca. Ayer llenó el palacio de ferias de Sevilla, un sitio donde ningún otro partido se ha atrevido a hacer un mitin esta campaña. Hoy se atreven con un polideportivo en Málaga. Y lo hacen sin llevar siquiera a su candidato a la presidencia.  PP y Ciudadanos empezaron comprándole parte del discurso a VOX y pueden acabar, con sus trifulcas, entregándoles la recta final de la campaña. 

El discurso de VOX es simple pero vuela como la pólvora por WhatsApp. Les cuento varias ideas de la semana: la vuelta de la mili; el himno de la Legión en los colegios y levantar un muro en Ceuta y  Melilla a pagar con lo que cuesta TV3 una vez se cierre. Todo resumido en la frase de uno de sus dirigentes: “Comeremos jamón aunque no les guste a los islamistas”.

Simple verdad…  pues veremos qué pasa con ellos el domingo.

Y qué ocurre con el voto por correo

Que votar desde el extranjero sea complicado es difícil de entender a estas alturas, pero que sea un suplicio hacerlo por correo desde tu propio país es de juzgado de guardia. La imagen de las colas de ciudadanos en los despachos de Correos esperando horas para entregar la papeleta con el sobre es tercermundista, por mucho que los esforzados funcionarios estén trabajando hasta alcanzar la madrugada.


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